Foto: Obama y Biden, en una rueda de prensa en el Pentágono con el secretario de Defensa, Robert Gates y los jefes de Estado Mayor (Foto: EFE)El dilema iraquí de Obama
Fuente: http://www.elmundo.es/
30 de enero de 2009
Por RICARD GONZÁLEZ, desde Washington
¿Qué es más importante cumplir una promesa electoral emblemática o actuar con prudencia para no poner en riesgo lo conseguido? ¿Arriesgarse a alienar la base o al estamento militar? Estos son los dilemas que Irak ha presentado a Obama en su primera semana en la Casa Blanca.
Aunque el presidente ha reiterado en numerosas ocasiones que piensa cumplir su promesa de retirar todas las tropas de combate estadounidenses en 16 meses, tal como le exigen los grupos pacifistas, los generales Petraeus y Odierno ya le han advertido que una retirada acelerada es muy arriesgada en estos momentos.
Y es que Irak celebra el sábado unas elecciones regionales que son vistas como la prueba del algodón de que su proceso político hacia la estabilidad realmente está cogiendo tracción. Además, el año que viene celebrará unos comicios legislativos aún más decisivos que podrían provocar la substitución de su primer ministro Nuri al-Maliki. Una transición pacífica y ordenada del poder sería crucial para poder mirar con optimismo el futuro de Irak.
Obama ha repetido hasta la saciedad que pretende doblar las tropas de EEUU en Afganistán, porque es la guerra decisiva en la lucha contra Al Qaeda. Y no le falta razón. Para ello, necesita liberar soldados, tensión y recursos del escenario iraquí, pues el ejército estadounidense se encuentra ya al borde del colapso.
Sin embargo, probablemente, los análisis de Odierno y Petraeus, como un susurro, se han colado en su conciencia, y le hacen dudar. Ningún escenario sería peor para Obama que el de una retirada acelerada, desoyendo los consejos de sus mandos militares, que hiciera retroceder Irak dos años en el tiempo. Entonces, se vería obligado a volver a incrementar el contingente de efectivos en el país árabe en detrimento de Afganistán.
Aparte de la cuestión puramente estratégica, el otro dilema para Obama consiste en descifrar qué puede ser más dañino para él, si perder el favor de los altos mandos del Pentágono, o de los activistas anti-guerra que le auparon a la victoria en las primarias demócratas.
Gracias a la reducción considerable de muertes de soldados estadounidenses de los últimos meses -el pasado octubre fallecieron 17, en comparación con 115 en octubre del 2006-, la mayoría de la población podría perdonarle el incumplimiento de su promesa. Probablemente, su dosis de paciencia con la guerra de Irak aún no se ha agotado del todo. Pero esto no es así con los grupos pacifistas.
Claro que, como en todo dilema, Obama puede intentar buscar una tercera vía, que pasaría por cumplir nominalmente su promesa, pero haciendo alguna trampita para dejar más soldados en Irak durante más tiempo de lo que siempre dio a entender.
Como candidato, prometió retirar un batallón por mes, y mantener sólo una 'fuerza residual' en Irak en tareas de formación del ejército iraquí. Como el presidente nunca precisó cuántos soldados formarían ese 'fuerza residual', y un batallón tampoco tiene un número exacto de efectivos -se sitúa entre los 500 y 1.500 hombres-, el presidente tiene un cierto margen de maniobra.
Por ejemplo, podría cambiar el estatuto de centenares de soldados en Irak, que pasarían de estar inseridos en 'batallones de combate' a ser instructores del ejército iraquí. Esto permitiría a Obama retirar todos los batallones de combate en 16 meses, y a la vez, mantener una presencia militar respetable hasta que en 2011 el acuerdo firmado entre Bush y Maliki le obligue a una retirada total. Es decir, la cuadratura del círculo, con trampita incluida. ¿Qué decisión tomará finalmente el comandante en jefe?
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