Violencia aumenta mientras Pakistán aguarda nuevo Gobierno
ISLAMABAD (Reuters) - 3 de marzo de 2008
Por Zeeshan HaiderISLAMABAD (Reuters) - 3 de marzo de 2008
Una serie de ataques suicidas realizados por militantes islámicos podría desencadenar una guerra de venganza entre miembros de la tribu pashtun en la región noroeste de Pakistán, justo cuando partidos moderados y seculares parecen listos para asumir el poder, indicaron analistas.
La región ya es considerada como el principal campo de batalla en la lucha contra los talibanes y Al Qaeda. Y la preocupación es creciente, debido al estatus de Pakistán como un estado provisto de armas nucleares.
Los militantes quieren desestabilizar al presidente Pervez Musharraf y convencer a los pakistaníes de que su alianza con Estados Unidos es la raíz principal de conflicto en la zona.
Por su parte, los aliados occidentales de Pakistán quieren que su nuevo primer ministro y Gobierno, provean la legitimidad democrática para la guerra contra el terrorismo que Musharraf ha sido incapaz de producir.
"Podrían aceptar la política anti terrorista del presidente Pervez Musharraf y decir que está correcta, pero el punto es que nadie está listo para hacerse cargo de esa política," dijo Talat Masood, un ex general y analista de seguridad.
"La mayor ventaja del Gobierno civil será que la política será controlada por el pueblo de Pakistán," agregó Masood.
Más de 500 personas han muerto en lo que va del año en violencia relacionada con militantes. Pero la campaña de ataques suicidas comenzó desde que tropas paquistaníes tomaron por asalto la Mezquita Roja en Islamabad, para sofocar un movimiento estudiantil militante en el corazón de la capital.
Mientras la remota región de Waziristán ha visto la peor violencia durante los últimos años, áreas tribales que hasta el momento habían permanecido inactivas se han sumergido en el caos.
Al menos 40 personas murieron el viernes en un ataque suicida en el distrito Swat de la Provincia Fronteriza Noroeste, durante el funeral de un policía que falleció horas antes en un ataque con una bomba al costado de un camino.
El domingo, otras 40 personas murieron y decenas resultaron heridas cuando un joven atacante suicida se inmoló, mientras cientos de miembros tribales abandonaban una jirga o consejo, que había discutido como restaurar la paz en Darra Adam Kheil, una región cerca de Peshawar, la capital de la provincia noroeste.
El Ejército ha enfrentado desde octubre a militantes en Swat y recién la semana pasada dijo que había eliminado casi todos los focos de resistencia.
La región ya es considerada como el principal campo de batalla en la lucha contra los talibanes y Al Qaeda. Y la preocupación es creciente, debido al estatus de Pakistán como un estado provisto de armas nucleares.
Los militantes quieren desestabilizar al presidente Pervez Musharraf y convencer a los pakistaníes de que su alianza con Estados Unidos es la raíz principal de conflicto en la zona.
Por su parte, los aliados occidentales de Pakistán quieren que su nuevo primer ministro y Gobierno, provean la legitimidad democrática para la guerra contra el terrorismo que Musharraf ha sido incapaz de producir.
"Podrían aceptar la política anti terrorista del presidente Pervez Musharraf y decir que está correcta, pero el punto es que nadie está listo para hacerse cargo de esa política," dijo Talat Masood, un ex general y analista de seguridad.
"La mayor ventaja del Gobierno civil será que la política será controlada por el pueblo de Pakistán," agregó Masood.
Más de 500 personas han muerto en lo que va del año en violencia relacionada con militantes. Pero la campaña de ataques suicidas comenzó desde que tropas paquistaníes tomaron por asalto la Mezquita Roja en Islamabad, para sofocar un movimiento estudiantil militante en el corazón de la capital.
Mientras la remota región de Waziristán ha visto la peor violencia durante los últimos años, áreas tribales que hasta el momento habían permanecido inactivas se han sumergido en el caos.
Al menos 40 personas murieron el viernes en un ataque suicida en el distrito Swat de la Provincia Fronteriza Noroeste, durante el funeral de un policía que falleció horas antes en un ataque con una bomba al costado de un camino.
El domingo, otras 40 personas murieron y decenas resultaron heridas cuando un joven atacante suicida se inmoló, mientras cientos de miembros tribales abandonaban una jirga o consejo, que había discutido como restaurar la paz en Darra Adam Kheil, una región cerca de Peshawar, la capital de la provincia noroeste.
El Ejército ha enfrentado desde octubre a militantes en Swat y recién la semana pasada dijo que había eliminado casi todos los focos de resistencia.
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