Colombia: crece el número de chicos reclutados
Alrededor de 14.000 niños forman parte de los grupos armados ilegales que participan en el conflicto armado. Planean presentar el caso ante la Corte Penal Internacional para su juzgamiento como crimen de lesa humanidad.
Unos 14.000 niños colombianos, más de la mitad de ellos niñas, participan del conflicto armado en ese país al ser reclutados cada vez a más corta edad por grupos ilegales que los utilizan para el combate, los someten a trabajos serviles y al abuso sexual.
La situación de la niñez en el conflicto armado colombiano fue presentada en un informe que elaboró la Misión Diplomática Internacional Humanitaria Ruanda 1994, organización no gubernamental que preside el argentino Sergio Tapia.
El dirigente social en diálogo telefónico con Télam desde la ciudad colombiana de Cali, resaltó que "la situación de la niñez es crítica, porque está bajando de intensidad el conflicto -lo que ayuda a ocultarlo- y porque está mutando hacia la conformación de grupos narco-armados".
"Ya no solo tenemos niños con fusil sino que son utilizados para trabajos de inteligencia, sembrado de minas, cordones de seguridad en campamentos de rehenes de las guerrillas y en la frontera con Venzuela y Ecuador", describió el presidente de la Misión Diplomática.
Para el dirigente "la infancia colombiana está secuestrada por el conflicto armado", ya que se estima que "uno de cada cuatro combatientes son niños", según detalla el informe presentado hoy en Colombia, en ocasión del Día Mundial contra la utilización de niños y niñas soldados".
"Lo alarmante es que se estan utilizando niños desde los 6 años" para todo tipo de tareas, resaltó Tapia al exclamar "quién puede sospechar de un niño" que es utilizado para transportar armas, o incluso como mula.
El argentino Tapia explicó que "en muchos casos el primer contacto que los niños tienen con los grupos narco-armados es a través de su trabajo en la cosecha de la coca".
De ellos, "más de la mitad de los niños combatientes colombianos son niñas, las cuales son explotadas como esclavas domesticas y sexuales, siendo violadas, torturadas y golpeadas por los actores del conflicto armado".
Tapia, un rosarino de 36 años que reside desde 2005 en Colombia, es presidente fundador de la Misión Diplomática Internacional Humanitaria Rwanda 1994, la que desarrolla la "Campaña Nunca más niños para la guerra".
Pero más allá del informe, la intención de la Misión es "llevar a los grupos armados de Colombia ante la Corte Penal Internacional de La Haya para que estos casos sean juzgados como crímenes de lesa humanidad", tal como establece el Protocolo de Roma.
El informe que elaboró la Misión indica que "alrededor de 14.000 niños colombianos forman parte de los grupos armados ilegales que participan en el conflicto", utilizados por las FARC, el ELN, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) -en proceso de desmovilización- y las bandas emergentes integradas por desmovilizados paramilitares.
Algunas cifras conmueven por su contudencia, ya que se estima que el 30% de víctimas de minas antipersona son niños, niños mutilados y otros que mueren o caen heridos por el fuego cruzado de la guerra colombiana.
El 40% de los desplazados son niños, el desplazamiento forzado de civiles ha seguido produciéndose como consecuencia de la confrontación armada entre las partes en el conflicto, en un conflicto que es el primero en mortalidad infantil violenta, según se desprende del informe.
"Los niños y niñas colombianos en los grupos narcoarmados generalmente reciben entrenamiento militar que incluye el uso de armas, fabricación de bombas y estrategia militar. Las niñas cocinan realizan inteligencia, al igual que labores manuales; son sujetos a formas estrictas de castigo y crueldad y obligados a torturar, fusilar y participar en combates", destacó el informe.
Además de esa realidad común, "las niñas y las jóvenes colombianas son víctimas de acoso y abuso sexual, uso forzado de dispositivos intrauterinos, inyecciones anticonceptivas, aborto forzado y violación", incluso son demandas como "novias de los jefes" narcos y como "objetivos" de grupos rivales.
Tapia destacó, además, que la problemática de la niñez colombiana es en realidad "transnacional": "Los grupos narco-armados colombianos cruzan frecuentemente las fronteras de países vecinos, donde reclutan por la fuerza a solicitantes de asilo colombianos y trafican con drogas y personas".
"Hay grupos narcos-armados que realizan incursiones a Brasil, donde se reclutaron por la fuerza a niños y niñas miembros de comunidades indígenas"; y otra frontera que esconde el reclutamiento con total impunidad es la que comparten Colombia y Venezuela", señaló el documento.
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