martes, 11 de marzo de 2008

PAKISTAN: ATENTADO EN EDIFICIO POLICIAL
AFP- 11 de marzo de 2008
Pakistán se vio sacudido el martes por dos atentados, tras una semana de calma, que dejaron por los menos 25 muertos, principalmente en un edifico de la policía federal en Lahore, la gran ciudad del este del país.
Las explosiones fueron casi simultáneas, en dos barrios de Lahore, una semana después del atentado precedente, perpetrado en la misma ciudad. Por lo menos 21 personas murieron y más de cien resultaron heridas en un ataque contra la sede de la Agencia Federal de Investigación, según el jefe de la policía local, Malik Mohammad Iqbal. "Podría tratarse de un atentado suicida con coche bomba, pero todavía no podemos confirmalo", añadió. En el mismo edificio funcionaba una unidad de investigación especial entrenada por Estados Unidos, de lucha contra el terrorismo, que según responsables de la seguridad habría sido el blanco del ataque. El edificio de ocho plantas, cuya estructura interior quedó al descubierto, se derrumbó parcialmente por el impacto de la explosión, constató un fotógrafo de la AFP. Charcos de sangre y pedazos de cadáveres se mezclaban a los escombros y a los automóviles que ardían en las inmediaciones. La policía evacuó el edifico por temor a que se derrumbase completamente y acordonó el sector, mientras socorristas en atuendo naranja hurgaban entre los escombros y evacuaban a los heridos. "Había sangre por todos lados, he visto miembros humanos esparcidos en torno a la recepción del edificio", explicó Wali Mohamed Jan, un abogado que se encontraba en la segunda planta en el momento de la explosión. La segunda explosión se produjo en una agencia de publicidad, en un barrio elegante de la ciudad a varios kilométros del lugar del primer atentado, y dejó cuatro muertos, entre ellos dos niños, precisó la policía. "Un coche bomba penetró en el edificio", afirmó el portavoz del ministerio de Interior, el general Javed Cheema. El presidente Pervez Musharraf condenó firmemente los dos atentados y afirmó en un comunicado que "los actos terroristas no podrán minar la determinación del gobierno a combatir esta plaga con todas sus fuerzas". Una ola sin precedentes de atentados, reivindicados o atribuidos a los islamistas afines a la red Al Qaida y a los talibanes, ensangrienta Pakistán desde hace meses. Los talibanes paquistaníes y el jefe de Al Qaida, Osama bin Laden en persona, declararon el verano pasado la "guerra santa" a Musharraf y a su ejército. Desde el asalto de la Mezquita Roja de Islamabad, el 12 de julio, en el que ejército y policía dieron muerte a un centenar de integristas armados, los militantes radicales han multiplicado los atentados suicidas en todo el país. El paroxismo se alcanzó el 27 de diciembre con la muerte de la líder de la oposición, la ex primera ministra Benazir Bhutto, en las afueras de Islamabad, al acabar un mitin electoral. Desde principios de 2007, es decir en 14 meses, cerca de 1.060 personas, incluidos numerosos civiles, murieron en 118 atentados, la mayoría cometidos por kamikazes, según un balance elaborado por la AFP. Estos actos de violencia aumentan la incertidumbre sobre el futuro de esta república islámica de 160 millones de habitantes, única potencia militar nuclear del mundo musulmán y aliada clave de Estados Unidos en su "guerra contra el terrorismo". El país está viviendo una crisis política de gran calado: la oposición, encabezada por los partidos de Benazir Bhutto y Nawaz Sharif, ganó con holgura las elecciones legislativas y provinciales del 18 de febrero, pero el presidente Musharraf, recientemente reelegido por el Parlamento saliente, se niega a abandonar su cargo de jefe del Estado. Musharraf tomó el poder en 1999 mediante un golpe de Estado militar incruento.

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